Educar padres educando hijos, corregir errores mutuos.

 Por: Lizzet Rengel

El que padres e hijos se comuniquen es una característica indispensable y fundamental en la familia, sin embargo debe complementarse por reglas que ayuden a sus integrantes a ser mejores. No sólo dialogando se logra un cambio de actitud en los hijos, si ésta es negativa.

Para comunicarse, los padres, deben hacer uso de la expresión asertiva, se necesita especificar qué se espera de los hijos sin adjudicar etiquetas, utilizadas para describir o explicar acciones, (razón del proceso de aprendizaje) pues no las aclaran ni las sustituyen.

La identificación inicia en la familia, se nos identifica con rótulos, perdemos motivación y fracasamos. Recibir estimulación y aprobación mientras adquirimos habilidades refuerza nuestro sentido de pertenencia y el mecanismo comienza.

Necesitamos una manifestación del afecto, no sólo saber que nos quieren, transmitir el cariño se logra con una convivencia, los seres humanos necesitan vivir en grupo, con empatía. Conforme un niño sociabiliza tiende a perder esta capacidad, nuestra cultura debe ayudar a los niños a desarrollar su empatía con intervenciones morales.

El razonamiento y exhortación moral se encuentran entre las intervenciones más eficaces para tratar la falta de altruismo, la relación empatía-altruismo la encontramos en la preocupación del individuo por los demás a partir de ponerse en su lugar.

En la convivencia debe existir un equilibrio entre respeto y confianza, el buen ejercicio de la autoridad logra este balance, qué tanto podemos exigir y qué tanto debemos someternos. A través de un intercambio respetuoso y ordenado: es aquí donde entran las reglas; facilitan la vida porque la organizan en beneficio de todos. Sin embargo es indispensable que las reglas sean sensatas y justas. La mejor manera de conseguirlo es que todos participen en un intercambio respetuoso y ordenado.

Los padres autoritarios (ver anexo 2) deben abrirse al dialogo, respetar las diferencias y permitir un espacio a sus hijos para establecer reglas, mientras que los permisivos o pasivos (consultar anexo 1) no deben justificar un mal comportamiento, ni tolerar agresividad en respuesta a la aplicación de la constitución en casa.

Existe una hibridación de ambos, pasa de un extremo pasivo – autoritario, tolera hasta explotar, castiga fuertemente y en poco tiempo va perdiendo consistencia para retornar a un modo pasivo o permisivo; este tipo de padre debe aprender a autoregularse y controlar su violencia. (Ver anexo 3)

Ser padres requiere dureza y firmeza, si se les premia ante rebeldía y caprichos, se les proporciona todo sin exigirles un esfuerzo a cambio, no tendrán voluntad por alcanzar sus metas; se entiende que las medidas sean de padres pertenecientes a las generaciones baby boomers y X, ellos desean prevenir a sus hijos que vivan una disciplina sin explicaciones y trabajen para darnos lo mejor porque a ellos les faltó.

La disciplina no significa castigo, a veces necesario, si no somos obedientes, responsables y respetuosos, ellos por evitar molestarse, porque se angustian y estresan, evaden nuestro comportamiento y nosotros abusamos de la confianza y de la falta de carácter.

La formación moral es mediante el castigo. En el Antiguo Testamento se hacen varias referencias al uso de la vara para disciplinar a los niños. Los Proverbios 22:15 dicen: “La necedad está ligada al corazón del muchacho, mas la vara de la corrección lo hará alejarse de él”. Padres bien intencionados han caído en el abuso cuando su verdadero propósito fue correctivo.

Actuar y castigar van de la mano, Jean Piaget, psicólogo cognitivo dice que el niño aprende con palabras y acciones, estas son concretas, garantizan el respeto, tienen el poder y el mando, dicho actuar debe ser objetivo y respetuoso.

Objetivo: Hacer lo contrario al castigo de los primogénitos atribuyéndoles culpas que ellos mismos poseen, porque sienten que son un fracaso, reviven experiencias pasadas y recuerdan su educación familiar muchas veces decepcionados.
Respetuoso: Según el modelo de castigo empleado. El castigo social permite concientizar sobre el bien y el mal. Limitar privilegios es un buen castigo. Si se aplicar un castigo fácil y efectivo, apoyado por la Biblia (si usted es católico), el corporal es la mejor opción, el niño tratara de evitarlo, sabrá lo que no debe hacer; la mejor opción para odiar a padres, recurrir a actos perversos como robar para evitar el castigo e incluso ser agredidos físicamente. Los resultados quizá serían padres sádicos o hijos masoquistas, si los primeros se muestran afectuosos después de la violencia. James Dobson dice que el mejor momento para expresar amor a un niño es después de golpearlo, para que el comprenda que el fin es rechazar su conducta, no su persona, funcionaria de no ser porque él no lo entiende así, todavía no es capaz de hacer abstracciones y menos si no se les informa cómo hacerlo.

Los padres tienen más experiencia que los hijos pero no significa que vivan la vida por sus hijos. Tenemos derecho y oportunidad de equivocarnos en nuestro propio turno. La inseguridad no surge de los errores sino de perder el apoyo de quienes te aman por aprender a vivir la vida propia.

Con voluntad se logran las metas, necesitamos desear y estar determinados a hacerlo, actuando. Aún con voluntad no ganamos siempre; resilencia, aunque caigamos podemos levantarnos.

La cultura interviene en las normas de comportamiento, para quedar bien con los demás o pensando el que dirán los padres ocultan y justifican los fracasos de sus hijos, incluso responsabilizando a su propia pareja, provocando un divorcio.

El divorcio surge además del tiempo disponible para la convivencia familiar; las mujeres trabajan tiempo completo, tomemos en cuenta que sus prioridades se han modificado, en los 50`s eran sus esposos, en los 70`s eran sus hijos,90`s sus estudios y trabajos, las mujeres de hoy se ubican en prioridades 70`s y 90`s.El crecimiento de la urbanización y el incremento en la competencia laboral exige que pasemos más tiempo fuera de casa y si a esto le añadimos que empleamos el tiempo de calidad viendo televisión, dedicándonos a nuestra apariencia física y constante conexión a internet, no estamos haciendo nada por conducirnos por el camino de la educación familiar como debe de ser.

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